La Semana Santa, para muchos es un sueño, un sueño de Gloria y Tragedia, un sueño que une Costumbre y Vida, Liturgia y Fiesta. Historia que se convierte en la vida de nuestra Ciudad y de Nuestras Hermandades. El brillo del terciopelo, la tiniebla iluminada por los cirios de cera, el frío abrigado por capas blancas. Hombros que en su caminar son ayudados a soportar bastos maderos, sienes oprimidas por coronas de espinas y Madres dolorosas de Amor e infinita Pasión.
Días, para disfrutar del placer de los silencios, de la Paz de los Conventos, de la emoción contenida y de los sentimientos románticos Días para disfrutar del placer de los silencios, de la paz de los Conventos, de la emoción contenida y de los sentimientos románticos Días de luz, color, azahar, saetas, incienso y música Días de Imágenes que durante todo el año, presiden la intimidad de los hogares, imágenes que se guardan en las carteras, imágenes que llevan consuelo a las habitaciones de los hospitales. Días de cultos internos, de visitas a las Capillas donde viven nuestras Imágenes y días de ese tiempo amarillo, que se resucita, con el Dios azul, de cada Primavera.
Es el tiempo, donde las palabras, empezaran a saber a incienso, donde los sentimientos, marcan ese tiempo, donde el Penitente, deseara cubrirse, de ese encierro, de tela y silencio, para acompañar y formar parte de ese angustiado y firme compás de Jesús Nazareno. Tiempo, en que se resalta el verdadero protagonista, ese Jesús de Nazaret. A ese Jesús con el que cruzamos nuestras miradas, por las calles de Estepa. Ese que nos abre las puertas de la reflexión profunda, el revolucionario, el del Amor al prójimo el amigo del que no tiene nada, el que perdono a sus enemigos y el que venció la guerra de todas las guerras, la del Amor y la de la Paz. Ese que por multitud de adversidades, durante dos mil años, ningún reino, sistema o ejercito, ha podido doblegar su Evangelio.
Estepa, ha pasado el largo y frío invierno de sosiego, se prepara y convierte sus calles, en esa misma Jerusalen de antaño, abre sus calles y plazuelas, para quedar seducida, por sus encantos y anhelos, al contemplar, a ese joven rabbi de Nazaret. Ese, que nació en Belén en un pueblo, porque no había posada. Ese, que a los sordos hace oír a los ciegos ver y a los mudos hablar, que sana enfermos y a los muertos les desvuelve la vida. A ese, que sera juzgado injustamente, condenador a morir, pero que, al tercer día Resucitara.
Estepa, se seducirá por ese aire tibio y dorado, que sentiremos en nuestra piel resbalar, como un aceite profundo de azahar. Estepa, se colmara de luz, abrirá sus calles, dejara el sollozo, preparara túnicas estandartes, costales de Pasión carteles de amor, músicos con devoción y mantillas de ilusión Anda Estepa, la Primavera, sabe a Cuaresma, a sueños, a flores, a quinarios, a cabildos y a trompeta.
Caerá la madrugada, y amanecerá un pueblo que año tras año, sale a buscar al Señor, que camina por las calles de Estepa. Lo buscaremos en las puertas de nuestras casa, en los azulejos de nuestras calles y en las cabeceras de las camas de los hospitales. Lo veremos, con ese paso irresistible y esa zancada poderosa, contemplaremos esa herida impresionante en su rostro.
El pueblo de Estepa, pondrá su rodilla en tierra, ante Jesús Nazareno. Estepa entera, sera tu Simón de Cirenne, para aliviar, el peso de tu Cruz, te iluminara el sendero, te pondrá lirios en el camino y clavel en tu andar Nazareno.
Estepeños , que viene Jesús cargado con su Cruz, caminando entre la incompresion y el sosiego, dándonos con sus pasos, ese mandamiento de Amor, haciéndonos brotar lagrimas de Fe, Devoción y Dolor.
Su paso se convierte, en un barco de oro, que ilumina la noche, con sus cuatro faroles de galeón No es un condenador, obligado a cargar con el patíbulo hasta el lugar de su muerte. Si un Rey, llevado a triunfo, por una ciudad que se acaba de rendir, ante su suerte. El que camina entre nosotros, es el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo.
Andando vas,
Jesús Nazareno
Eres, el Señor del cielo
alumbrando tu sendero
Vienes luchando
Con el peso de tu madero
Viene luchando el Señor
Aunque luchando sereno.
Su andar
Es largo y de frente
Y en su andar
No existe el miedo
Estepa, te quiere
Y te tiene respeto
Porque todo el mundo sabe
Que Tu, Señor, eres bueno
Porque Tu, en Estepa, eres
Lo que el sol al horizonte
Lo que la nieve, al hielo
Lo que el agua, a la lluvia
Lo que la tempestad al trueno
Y lo que la tersura al terciopelo
Estepa, te quiere
Como el gozo, a la alegría
Como los cirios, a la cera
La plata al candelabro
Y la flor a la primavera
Tus hijas, te quieren
Esas mujeres, que contigo llevas
Que te siguen cada año
Para cumplir sus promesas.
Anda Jesús
Que Estepa te espera
Dale salud enfermos
y alivio para sus penas.
Tus espinas, en tus sienes
Tu boca ya reseca
llevando tu Cruz
Con nuestros pecados a cuestas
Que bonito seria
Poder subir contigo
El carril del cielo
En esa mañana de azul y desvelo
Anda, que Estepa, te espera
En la subida, a la cuesta añorada
En ese carril morado
camino de Santa Clara.
El hijo del Hombre mas perfecto, en su altar de oro, se dobla bajo un tormento, un sufrimiento que lo hace caer y curva su espalda.
Una Madre de ojos doloridos, clama consuelo, la cera de su candeleria, se ha gastado de tanto llorar, se siente sola, siguiendo a su hijo, exhausto de caminar.
Mujeres de Estepa, no lloréis por mi, hacedlo por mi Madre, y acompañarle en este dolor, de lagrimas y tormento. Cuanta serenidad, cuanta belleza, cuanta alegría y cuanta firmeza, para superar, el dolor de tu Hijo.
Estepa te ha situado en ese altar perfecto y hermoso, convertido en un soberbio paso arquitectónico, de geométrica elegancia, jardín cerrado de la mas delicada belleza, logrando que dentro de el, sea bello el dolor y sereno el amor. La noche del Viernes Santo, encuentra en ti, su mas tierna expresión de Dolor y Llanto.
Tu bendito llanto es un duelo
Por tu hijo que porta la cruz
Virgen de ese palio azul
Coronando de luz, llanto y desvelo
Yo, que con mis hombros te porte
Subirte al cielo quiero
Tarde de Viernes Santo
de azul costalero
Bambalinas, y varales de plata fina
La mejor belleza
Derecha en sombras camina
Entre amores y tristeza
A ti, mi Dolores, en esta tarde
De lagrimas, cera y pañuelo,
Dejame que te suba, de costalero
En mi mejor chicota
Con mis hombros, al cielo.
Desde estas lineas, quisiera agradecer, la deferencia por parte de La Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Maria Santísima de los Dolores, de otorgarme el honor de participar en este Boletín Cuaresmal. Para mi, es una grata satisfacción colaborar en esta digna publicación y poder enaltecer con mi humilde pluma, cuya tinta fluye y emana de lo mas hondo de mi corazón de cofrade estepeño. A toda la Hermandad, gracias infinitas.
Mi edad me hace añorar imágenes que deambulan por las calles de mi memoria, calle Santa Ana, dulces esquinas, con sabor a infancia, con aceras de recuerdos y balcones de nostalgia, zaguanes de chinas y serenos portales en la memoria de un niño, con corazón tierno, donde resuenan ecos de paredes de cal antigua y lugares, donde conviven, lunas llenas y pasiones barrocas.
Entre muchos recuerdos, aquellas noches inolvidables, donde cada Viernes Santo, ese paso dorado y el tintineo de bambalinas y varales, que advertía de la Gloria Divina, posaban sus cuatros zancos al suelo, en la casa de Miguel Alfaro, familia ilustre e histórica en esta Hermandad. Desde aquí y en la memoria, mi mas fuerte abrazo y grato recuerdo.
Son muchos, los que participaban en esta escena, que ya no están con nosotros y son recordados, permitirme que desde aquí desde este articulo, que recuerde a mi padre y a mis vecinos, que participaban en esta escena y culmine este articulo, con el final de mi pregón.
Mi Virgen de los Dolores, he sido tu pregonero y tu costalero, déjame Jesús Nazareno, después de haberte pregonado, poder subirte pegado a tu trabajadera, en una Chicota al Cielo. Y que mi ultima levanta sea por todos nuestros Hermanos, que en el Cielo están disfrutando de la Gloria Eterna.
Eusebio Olmedo Gamito.
Pregonero Semana Santa 2012.
